Un rato después, ya cerca del ocaso apareció la cálida luz del sol tamizada entre nubes y lluvia. Sabía que hacia el este aparecería el arco iris y que si había suerte sería uno bonito de dominantes cálidas. Apareció, y más ancho que de costumbre; cálido y enorme parecía que su luz surgía directamente de los pies del Pico Sacro. Duró un buen rato y poco a poco se fue estrechando y completando el arco. La luz aún quería jugar un poco más antes de dejar paso a la noche.
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