Alta en el cielo y dada la vuelta en primavera por su giro sobre la Polar aparece la constelación de la Osa Mayor. Es cincupolar y nunca baja al horizonte porque Tetis, la niñera de Hera no quiso que Calisto se sumergiera en el mar y entrara en el lecho de su ahijada.
Zeus, el rey de los dioses de la antigua Grecia deseaba y sedujo a la joven y bella Calisto, ninfa de Artemisa y así nació su hijo Arcas. Pero su mujer Hera, celosa, la convirtió en un oso, la situó en el cielo y ordenó a la cazadora Artemisa que disparara sus flechas contra ella. De esta historia hay muchas versiones pero esta la que más me gusta.
Las siete estrellas del carro se llaman: Benetnasch o Alkaid (la del extremo), Mizar y Alcor (el caballo y el jinete, las más conocidas que son estrellas dobles), Alioth, Megrez, Dubhe, Merak y Phecda.
Cada civilización represento en el cielo sus dioses y creó su propia mitología. Las noches de los tiempos antiguos debieron ser impresionantes.
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