El viernes 18 la Luna estaba llena en Leo pasadas las 9 y media de la mañana. El jueves hubo un cielo precioso al atardecer con el paso de nubes que descargaban chubascos del noroeste después de que un frente nos cruzara desde principios de semana con vientos y lluvias que cambiaban la situación estable del anticiclón de días anteriores. Vi la Luna y las nubes al asomarme por la ventana y mientras hacía la foto a pulso caía uno de esos chubascos pasajeros que dejan una luz preciosa en el cielo. La luz de la foto y las nubes me gustan, pero la Luna sale sobreexpuesta y no se distingue ningún detalle. Demasiada luz.
La tarde siguiente esperamos (ella siempre me regala su compañía) a que nuestra Luna saliera, aunque la tarde ideal fue la anterior más de una hora antes cuando aún había luz del ocaso en el cielo. Puntual a la cita apareció amarillenta por el horizonte levantándose tranquilamente sobre el paisaje urbano envuelta entre nubes altas que anunciaban un nuevo cambio de tiempo con más lluvias.
Luego siguió su camino por el cielo nocturno y yo me quedé con la alegría de poder disfrutar de un espectáculo tan maravilloso y sencillo, tan cercano y que se ofrece sin más.
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