El fútbol, como no. El fútbol está en todas partes. No me gusta especialmente, pero si me gusta seguir los partidos cuando se trata de un acontecimiento importante. Reconozco que un buen partido merece la pena verlo, es emocionante. Además quedar con los buenos amigos en un bar y disfrutar de unas cervezas y del ambiente no tiene precio. Pienso en las cantidades inabarcables de dinero que se mueven, en los grandes negocios y beneficios que se generan y si el reparto pudiera beneficiar, aunque solo sea un poco a los que siempre pierden. Esta vez el continente Africano ha acogido el mundial y muchos de nosotros hemos aprendido algo sobre Sudáfrica. Y seguro que algo positivo han podido recibir.
En todos los países a los que he viajado se habla de fútbol, se levantan pasiones, se viven los partidos y se conocen el Real Madrid y el Barça en los rincones más insospechados. En cualquier parte puedes hablar con la gente del último fichaje o la destitución del entrenador o puedes reírte con los niños que juegan con un balón en la calle. El fútbol es universal y es un nexo común para culturas diferentes.
Esta vez la Roja ha llegado a lo más alto y aunque no tengo mucha idea, creo que su juego y su estilo han sido justos merecedores de ganar el mundial. Me fui enterando de los resultados de la selección sin demasiado interés. Poco a poco la cosa se ponía interesante y estuve a punto de ver el Portugal-España (pena no hacerlo). A partir del siguiente los vi todos, con Paraguay, Alemania y la final con Holanda. Las calles llenas de banderas, la gente vistiendo la camiseta, los bares y las plazas sacando las pantallas a la calle. Las horas previas todo el mundo expectante. El partido fue intenso y la fiesta fue tremenda y no es para menos. La gente se echó a la calle inundando todo de rojo, de gritos, pitidos y vuvuzelas (siempre se aprende algo, ¿verdad?). La gente necesita alegría y ayer nos la dio la selección.
Aunque escéptico al principio, poco a poco me fui dejando llevar por la marea roja. ¡Enhorabuena!
En todos los países a los que he viajado se habla de fútbol, se levantan pasiones, se viven los partidos y se conocen el Real Madrid y el Barça en los rincones más insospechados. En cualquier parte puedes hablar con la gente del último fichaje o la destitución del entrenador o puedes reírte con los niños que juegan con un balón en la calle. El fútbol es universal y es un nexo común para culturas diferentes.
Esta vez la Roja ha llegado a lo más alto y aunque no tengo mucha idea, creo que su juego y su estilo han sido justos merecedores de ganar el mundial. Me fui enterando de los resultados de la selección sin demasiado interés. Poco a poco la cosa se ponía interesante y estuve a punto de ver el Portugal-España (pena no hacerlo). A partir del siguiente los vi todos, con Paraguay, Alemania y la final con Holanda. Las calles llenas de banderas, la gente vistiendo la camiseta, los bares y las plazas sacando las pantallas a la calle. Las horas previas todo el mundo expectante. El partido fue intenso y la fiesta fue tremenda y no es para menos. La gente se echó a la calle inundando todo de rojo, de gritos, pitidos y vuvuzelas (siempre se aprende algo, ¿verdad?). La gente necesita alegría y ayer nos la dio la selección.
Aunque escéptico al principio, poco a poco me fui dejando llevar por la marea roja. ¡Enhorabuena!
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