Hace un par de semanas, paseando al atardecer donde la ciudad se va diluyendo poco a poco y se entremezcla con el campo, me llamaron la atención unas plantas que crecían con el trigo, la cebada, las amapolas y otras tantas hierbas y flores de primavera: son los cardos. La flor de estas plantas está rodeada de apéndices plumosos que hacen que las semillas se dispersen por el aire.
Enseguida me vino el recuerdo de los vilanos, que vuelan en verano por todas partes y con los que jugábamos en el pueblo cuando éramos pequeños. Realmente se llaman así, vilanos, aunque yo pensaba que era el nombre que tenían en el pueblo y que quedó guardado en la memoria infantil cuando flotaban ligeros en las tórridas tardes de verano y se agitaban en espirales con el viento que anuncia la tormenta.
1 comentario:
Me ha encantado esta entrada. A mí también me ha traido bonitos recuerdos de tardes de verano.
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