El día había sido muy frío y la noche se presentaba heladora. Con este tiempo el cielo estaba despejado y nítido y decidí subir a ver las estrellas y visitar a Orión, que este mes se muestra en todo su esplendor. Todos los inviernos en las noches frías busco a Orión y siempre lo encuentro en un cielo diáfano. Con varios grados bajo cero y un penetrante viento del noreste apenas pude quedarme un rato metido en mi anorak, mi gorro y los guantes que me ponía mientras funcionaba el disparador de la cámara. El Cazador ya estaba alto en el cielo y sus estrellas Rigel y Betelgeuse brillaban abajo y arriba del cinturón que forman Mintaka, Alnitak y Alnilam. En la foto también aparecen Sirius y Aldebarán, pero a ellas les corresponde otra entrada. La contaminación lumínica hace que el cielo aparezca anaranjado haciendo que las estrellas pierdan brillo.
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