La noche del 12 al 13 de agosto el cielo de verano se llenaría de estelas brillantes. Era la fecha óptima para ver la lluvia de estrellas de las Perseidas, las famosas lágrimas de San Lorenzo. La Luna acababa de iniciar su fase de creciente y se pondría temprano, poco después que el sol, por lo que no iluminaría el cielo esa noche. El día estuvo bastante nublado y parecía que no se vería nada si al final las nubes no dejaban ver las estrellas. Pero el viento norte, además de dejar una noche fría también dejó grandes claros por los que se colaban las estrellas fugaces. Pero eso sería un poco más tarde... Con la puesta del Sol y casi por casualidad la Luna me mostró un paisaje de cuento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario